Private equity: los dos factores seguirán impulsando a la industria
Se está produciendo una masiva transferencia de capital desde el mercado informal a uno más formal, a través de fondos organizados.
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Uno de los cambios más marcados en la industria financiera desde el fin de la pandemia ha sido el explosivo crecimiento de las inversiones en activos alternativos, pero sobre todo en private equity (capital privado). Morgan Stanley calcula que los activos bajo administración de firmas de private equity alcanza los US$ 7,5 billones (millones de millones). La cifra se compara con los US$ 4,7 billones bajo administración de 2020. Más aún, la firma londinense Preqin proyecta que hacia 2025, estos se elevarán a US$ 16 billones, ocupando un 70% del valor total de los activos alternativos.
Los reportes diarios de adquisiciones, contrataciones y el regreso de las millonarias comisiones hacen recordar a la exuberancia de los años previos a la crisis financiera de 2008. De hecho, Refinitiv reporta que al tercer trimestre de este año se han concretado 10 mil operaciones de adquisición por casi US$ 900 mil millones, superando el récord registrado en 2007. Los récords se extienden a otros tipos de inversión, como financiamiento de fusiones, compras secundarias o las novedosas SPACs, que se han convertido en un vehículo clave para las estrategias de salida para los inversionistas.
Fondos organizados
"Lo que estamos viendo es una masiva transferencia de capital desde el mercado informal de transacciones a uno más formal, a través de fondos organizados", explica Marc Kitten, director del programa de private equity del Imperial College London y socio fundador de Candesic.
Una abundante liquidez, bajos costos de financiamiento, la madurez de empresas y la idea de que las inversiones de private equity ofrecen mayores rendimientos y con mayor estabilidad que las acciones son citadas como los factores detrás del récord que vive la industria.
Kitten cuestiona alguna de estas ideas. Si bien coincide en que, al ser de largo plazo, los inversionistas de capital privado no están sujetos a los vaivenes diarios de los mercados bursátiles, el ejecutivo asegura que, si se revisa de forma histórica el rendimiento neto, es decir descontando comisiones, de las inversiones en este tipo de activos no es mucho mayor que la de las acciones.
Inversionistas de todo tipo no parecen tan preocupados por eso. La posibilidad de diversificación que ofrecen estos fondos es suficientemente atractiva.
No son solo las inversiones directas las que han alcanzado niveles récord en la industria, también el mercado secundario, y las apuestas por los grandes fondos de la industria. En lo que va del año, las acciones de Blackstone, KKR y The Carlyle Group, las tres firmas más grandes de la industria, han duplicado su valor en el último año.
La demanda de los inversionistas por participar del boom ha elevado el monto de las operaciones, pagando premiums de 40% o más. Cuando la firma Clayton, Dubilier & Rice (CD&R) adquirió la cadena inglesa de supermercados Morrison's a mediados de octubre pagó un premio de 67% por las acciones de la empresa. La operación por casi US$10 mil millones pondrá fin a 54 años de Morrison's como empresa abierta a bolsa.
A pesar de las altas valoraciones, Kitten cree que el boom continuará, pues los fundamentos del mercado parecen intactos. Incluso si los bancos centrales inician el retiro de los estímulos monetarios, o elevan las tasas de interés, no se proyecta un impacto en los niveles de liquidez.
Sustentando este argumento, Preqin proyecta que hay unos 6 mil fondos con US$ 1 billón esperando por oportunidades.
A esto se suma una gran movilización de talento a la industria. "Tienes a gente muy inteligente siendo atraída por la posibilidad de hacer grandes fortunas, en ambientes que son menos volátiles o -si quieres decirlo- menos inciertos que en renta variable, por ejemplo", agrega Kitten. Al menos en Nueva York y Londres hay una verdadera guerra entre fondos y bancos de inversión por reclutar nuevo talento para la industria, que se ha reflejado en sueldos de entrada un 50% superiores.
Pero si hay un factor que seguirá impulsando la industria es la tecnología, que no solo ha aumentado la información disponible, sino que facilitado el análisis de datos, de empresas privadas.
Kitten apunta a que el mayor riesgo para la industria no estará en la política monetaria, "a menos que causen una recesión con un alza exagerada de tasas", sino en las demandas regulatorias y la presión de los inversionistas por "limpiar" los portafolios.
En el área regulatoria se incluye la amenaza de cambios tributarios en EEUU, que podrían incluir el fin de exenciones y gravaría las utilidades como ingreso regular. Esto supondría un cambio de un impuesto de 19% a uno de hasta 40%. Por su parte, las presiones por enfocarse en inversiones ESG seguirán creciendo y, como dice Kitten, los fondos, inversionistas y empresas ya no podrán ignorarlo.